Diciembre. El mes de los reencuentros, de las sobremesas familiares infinitas y de los ataques de risa con el más salao’ de la familia. Esos ataquitos que saben a hogar, a vida.

El mes de comer turrón a mansalva, ver a las personas por la calle más felices de lo normal. Y, sobre todo, el mes de recordar más que nunca a los que ya no están. Y es que, en Navidad hay estrellas que brillan más. 

El mes de abrazar. Abrazar fuerte. Reír. Porque al final la vida es eso, es pasar tiempo con las personas que nos dan un chute de energía cada vez que las vemos, con las personas que queremos, las que nos hacen bien. Navidad es sobredosis de amor, brindis y emociones intensas. Brindar por una Navidad más. Brindar por volver a empezar, por sentirte el más afortunado del mundo por estar al lado de esas personas. Los tuyos. Los de siempre. O aquellos que han llegado y te han alegrado la vida. 

Navidad está ahí para que nos demos cuenta de que hay personas a las que tenemos que ver más a menudo durante el resto del año. De que tenemos que celebrar más y de que somos muy pero que muuuuy afortunados. 

Querer (te). Compartir. Hacer reír. Dar las gracias. Hacer compañía. Escuchar lo que hace feliz o apasiona a los demás. Recordar a los que ya no están y nos han dejado un hueco en nuestro corazón. Cantar All I want for Christmas is youuua grito pelao’. Ver una película navideña (Love Actually o Bridget Jones, obviously). Es la excusa perfecta para devolver el amor acumulado durante todo el año. Eso es N A V I D A D.

31 diciembre [00:00] – Después del minidramita con las uvas, cierra los ojos, respira y repítete: tienes 365 nuevas oportunidades (bueno, este año 366 jjj) para fliparte, venirte arriba, ilusionarte y vivir, que de eso se trata. 

With love, 

Imm G. 

❤️🎄🤶🏽